Hacer ejercicio, practicar un deporte y estar físicamente activo es una excelente oportunidad para cuidar nuestra salud y mejorar tanto nuestra condición física como mental. La evidencia es clara: realizar actividad física contribuye de manera efectiva a mejorar nuestra salud y a evitar o disminuir enfermedades y problemas de salud. Adaptada a nuestra edad y condición física, todos podemos incorporar este hábito saludable en nuestra rutina diaria, ya sea que lo practiques por primera vez o lo retomes después de un tiempo sin realizar ninguna actividad física. Y aprender a respirar correctamente es fundamental.
El doctor Efraín Sánchez, neumólogo de CIR, señala que el oxígeno llega a nuestro organismo a través de los pulmones y es elemental para el funcionamiento de los músculos. “Cuando realizamos ejercicio aeróbico, necesitamos grandes cantidades de oxígeno. Durante un esfuerzo intenso, un deportista entrenado puede incrementar su consumo hasta 30 veces en comparación con cuando está en reposo. Por ello, si somos capaces de controlar y entrenar nuestra respiración, llevaremos una mayor cantidad de oxígeno a los músculos de forma más eficiente”, explica Sánchez.
Antes de comenzar cualquier actividad física, es importante solicitar una valoración médica para conocer tu estado de salud y condición física, especialmente si has padecido o padeces alguna enfermedad. Plantéate objetivos razonables y elige actividades cuya intensidad, volumen y frecuencia se adapten a esos objetivos.
Si vas a iniciar cambios en tus rutinas diarias y vas a incluir el ejercicio físico, es recomendable escoger una actividad agradable y adecuada para tu condición física. Empieza con ejercicios de muy baja intensidad y ve aumentando progresivamente el volumen y luego la intensidad. No es aconsejable realizar actividades muy agotadoras de inicio.
Observar tus progresos te ayudará a mantener la motivación. Puedes sumar rutinas diarias de 10 minutos hasta alcanzar al menos 150 minutos de actividad física a la semana. “Durante el ejercicio, nuestros músculos requieren un mayor suministro de oxígeno para funcionar correctamente. La respiración adecuada permite una mejor captación de oxígeno y su transporte a los músculos, lo que mejora la resistencia y el rendimiento físico. Aprender a respirar profundamente, inhalando por la nariz y exhalando por la boca, asegura que se aproveche al máximo el oxígeno disponible y se eliminen los desechos metabólicos, como el dióxido de carbono”, recalca Sánchez.
Todos podemos realizar actividad física, teniendo en cuenta nuestra condición y los motivos por los que deseamos comenzar. No es lo mismo desear adquirir o mantener una buena forma física que intentar reducir los niveles de colesterol o recuperar la fuerza muscular tras la inmovilización por un accidente. Debemos elegir el tipo de actividad más adecuado para mejorar los aspectos que nos interesan.
Es importante recordar que la respiración adecuada durante el ejercicio tiene un impacto positivo en tu estado mental y emocional. Respirar profundamente y de manera controlada ayuda a reducir el estrés, la ansiedad y la fatiga, permitiéndote mantener un enfoque mental claro y prolongar tu rendimiento durante el ejercicio.
“La importancia de la respiración adecuada durante el ejercicio no puede subestimarse. Una respiración consciente y profunda mejora el suministro de oxígeno, estabiliza el núcleo, controla el ritmo y la intensidad, y reduce el estrés y la fatiga. Para aprovechar al máximo tu entrenamiento, presta atención a tu respiración y practica técnicas adecuadas para optimizar tu rendimiento y mejorar tu experiencia durante el ejercicio”, aconseja Sánchez.
Recuerda que cada persona es única y puede requerir diferentes enfoques de respiración según el tipo de ejercicio y las necesidades individuales. Experimenta con diferentes técnicas y busca la que mejor funcione para ti. Realizar algo de actividad física es mejor que no hacer nada.
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