Millones de personas han sido contagiadas y más de 500 mil han muerto a causa del nuevo coronavirus. Conozca cómo identificarlo, tratarlo, evitar su propagación y contagio
Con dolor de cuerpo y de cabeza repentinos, así empezaron las molestias de Christian. Inicialmente pensó que era cansancio o algo para no preocuparse, hasta que, en la madrugada del siguiente día estalló la alerta. “Me dio fiebre alta (de 39 a 40 grados C), y enseguida supuse lo peor… Ahí no dudé en encerrarme en mi dormitorio y aislarme por completo, para proteger a mi familia”, narra el ecuatoriano de 37 años de edad, quien se mantuvo alejado de su madre y hermana por 37 días, con quienes vive en Guayaquil, una de las ciudades más golpeadas en el Ecuador durante la pandemia.
Después de dos semanas, logró acceder al examen de PCR (o hisopado naso-faríngeo) y confirmó sus sospechas: era portador del nuevo coronavirus, denominado SARS-CoV-2, causante de la enfermedad COVID19, catalogada como pandemia mundial el 11 de marzo de 2020.
“Prácticamente cumplí gran parte de la cuarentena confinado a mi habitación, sin contacto con nadie, sobre todo para salvaguardar a mi mamá, que forma parte del grupo de riesgo”, comparte Christian.
Es que, de acuerdo a los expertos del Centro de Investigación Respiratorio (CIR), “el tener más de 60 años es un factor de riesgo para COVID19 severo y mortalidad, más aún si a ello se suma enfermedades como hipertensión, diabetes, cardiopatías, enfisema pulmonar, asma, enfermedades autoinmunes y fibrosis pulmonar, este riesgo se eleva exponencialmente”, recalca el Dr. Efraín Sánchez, neumólogo del CIR.
Sin embargo, en la actualidad (julio 2020), el espectro se ha ampliado para las embarazadas y los niños, debido a que también se han descrito casos severos. Por ejemplo, en el tema específico de los menores, que son catalogados el principal grupo asintomático (que no presenta síntomas), son considerados como supertransmisores, debido a que pueden contagiar a muchas personas (*próximamente, lea el tema Covid19 en niños).
Síntomas
Los síntomas más comunes de COVID19 registrados en la población ecuatoriana y mundial son: fiebre, dolor de cabeza, dolor de garganta, falta de olfato (anosmia), falta de gusto (ageusia), tos seca (o con escasa flema), dificultad para respirar con el esfuerzo físico, dolores articulares y musculares, diarrea y dolor torácico, entre otros. Todo esto, sin contar los daños y/o enfermedades colaterales que puede causar. (*próximamente, lea el tema de enfermedades colaterales causadas por el Covid19).
En el caso de Christian, quien confiesa que tuvo momentos de angustia, incertidumbre y hasta de temor, al punto de llegar a las lágrimas, sus síntomas no fueron graves. “Por momentos creí que iba a morir (más por el susto, que por los síntomas). La fiebre no me calmaba con nada, tuve que aumentar las dosis de paracetamol para tratar de controlarla, pero eran casi inútiles los esfuerzos… También perdí el olfato por varios días… Pero más allá de eso, lo que más recuerdo y no podré olvidar, fue el dolor de ojos. Era algo indescriptible que no cesaba, ni con pastillas ni con compresas de agua fría. Nada me aliviaba”, enfatiza, aunque agradecido, puesto que nunca presentó problemas respiratorios (que es uno de los síntomas en casos severos y crónicos).
Todo esto le sucedió durante los primeros días de la cuarentena oficial en Ecuador. Para ser exactos, la tercera semana de marzo de 2020, cuando aún se conocía poco de la enfermedad y tenía pocos días de haber pasado de epidemia a ser declarada pandemia.
Diagnóstico: prueba hisopada versus prueba rápida
Para estar seguros de que se es portador o no del virus, existen dos tipos de pruebas: la PCR (o hisopado nasofaríngeo) y la prueba de sangre (conocida como prueba rápida IgG e IgM). ¿Pero cuál es la diferencia entre la una y la otra?
La primera, como su nombre lo indica, se realiza introduciendo un hisopo por la nariz y/o boca, para obtener fluidos y/o tejidos corporales, los cuales serán analizados en busca del virus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad del COVID19. “También se puede analizar a través de un examen de esputo o lavado bronquial por broncoscopia”, explica el Dr. Efraín Sánchez.
Mientras que, la segunda, se trata de una muestra de sangre, en la que se determina la presencia de anticuerpos contra el coronavirus. Éstos son los llamados test rápidos y detección cuantitativa de anticuerpos.
La diferencia entre ambas radica en el tipo de análisis. “La prueba de hisopado demuestra la presencia del virus en el aparato respiratorio (nariz y faringe), mientras que las pruebas en sangre detectan la presencia de anticuerpos contra el virus”, detalla el galeno. (*próximamente, lea el tema sobre los falsos negativos en COVID19)
En el caso de Christian, él se realizó las dos pruebas. La primera, para confirmar le diagnóstico y, la segunda, para saber si ya era negativo. Recuerda que acceder a la primera prueba se le hizo muy complicado, debido a que ese momento, la demanda era grande, los costos eran elevados (entre 80 y 120 dólares cada una) y la disponibilidad era escasa. “Traté de accederla a través del Ministerio de Salud, pero no fue posible, por lo que acudí a un laboratorio privado… Aun así, desde que empezaron los síntomas, tardaron más de una semana en hacerme la prueba y una semana más en darme los resultados. Viví momentos de incertidumbre”, recuerda.
Por el contrario, para conocer si ya era negativo (y que tenía anticuerpos), fue más rápido. Optó por acudir a LABS, quienes le hicieron la prueba a domicilio y el mismo día le dieron los resultados. “Ahí pude por fin respirar, porque mi familia también salió negativa… Y después de casi 40 días de haber estado encerrado, pude salir de mi habitación y compartir con ellos”, relata aliviado.
Tratamiento
Cada día se descubrían nuevos síntomas y los tratamientos variaban de una semana a otra, sobre todo, al ser un virus nuevo. Por ello, no es de extrañarse que, en palabras del Dr. Sánchez, “el tratamiento del COVID19 sea uno de los temas más controvertidos desde el inicio. Lo que hacíamos en marzo y abril, ya no se hace, gracias a nuevos hallazgos de publicaciones científicas y ensayos clínicos”.
Por ejemplo, al principio, únicamente se trataba con paracetamol (algo que se mantiene para controlar solamente la fiebre), en ciertos casos con azitromicina para evitar las infecciones, y hasta se prohibió el uso de ibuprofeno, debido a que se pensaba que agravaba el cuadro (hipótesis que después fue descartada).
Posteriormente, médicos en Francia, de acuerdo a unas pruebas con varios pacientes, trataron la enfermedad con hidroxicloroquina (o plaquinol), que sirve para combatir enfermedades que van desde la Malaria hasta el Lupus, pero también fue descartado por la OMS, por causar efectos adversos en pacientes con problemas cardiacos, llegando inclusive a provocar su muerte. Sin embargo, hay países que lo siguen usando en las etapas tempranas de la enfermedad.
Con relación al uso de la ivermectina, advierte Sánchez, aún no está claro su rol en las etapas iniciales. Mientras que, la ventilación mecánica temprana, ha logrado demostrar ser más efectiva en el COVID19 severo.
“En la actualidad, se ha demostrado que la dexametasona (corticoide) y el resto de corticoides sistémicos, disminuyen la mortalidad en pacientes con COVID19 severo que reciben oxígeno o están conectados a ventiladores mecánicos”, agrega el galeno coautor de la Guía Práctica Clínica Latinoamericana de EPOC, quien continúa: “el antiviral Remdesivir ha probado tener beneficios modestos en la reducción de hospitalización en 4 días (15 vs 11) en pacientes con COVID19 moderado a severo. Mientras que, los anticoagulantes han sido indicados si existen complicaciones trombóticas o elevación de marcadores de trombosis”.
A pesar de todo, es importante decir que, por el momento, “NO existe medicación preventiva para el COVID19, por lo que se recomienda NO AUTOMEDICARSE, ya que puede empeorar el cuadro, en caso de llegar a tenerlo”, advierte Sánchez.
La prevención es la clave
A pesar de existir otros tipos de coronavirus, sin duda, la nueva y mutada sepa causante de la que bien se podría llamar la pandemia del siglo XXI, ha roto esquemas.
El COVID19, paralizó prácticamente al mundo entero, obligándolo a tomar medidas de confinamiento sin precedentes que, en muchos de los países, aún se mantienen activas. Y, en general, la idea es evitar la propagación. Para lograrlo, la Organización Mundial de Salud (OMS), recomienda:
Lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón, y/o alcohol.
Adoptar medidas de higiene respiratoria, tales como: al toser o estornudar, cúbrase la boca y la nariz con el codo flexionado o con un pañuelo; tire el pañuelo inmediatamente y lávese las manos con un desinfectante de manos a base de alcohol, o con agua y jabón.
Mantener distanciamiento social (mínimo de 1 a 2 metros de distancia).
Evitar entrar en espacios poco ventilados.
Evitar aglomeraciones.
Evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca, debido a que las manos pueden tocar superficies contaminadas con virus.
No saludar con mano.
A esto, le agrega Sánchez, respaldándose en evidencia científica, que se debe también:
Colocar mascarilla.
Usar alcohol al 70% para desinfectarse las manos.
Usar protección ocular (con lentes especiales).
Usar guantes (como sugerencia, a excepción del personal de salud, donde es obligatorio debido al contacto con pacientes).
Cumpliendo estas recomendaciones, todos contribuyen a evitar el contagio y propagación. Sin embargo, qué sucede si ya está contagiado y cómo tratarla post recuperación. En próximas ediciones, trataremos este y más temas, para su interés y conocimiento, gracias al aporte del Centro de Investigaciones Respiratorio (CIR), aliado estratégico del Instituto Ecuatoriano de Enfermedades Digestivas (IECED).
FUENTES: Paciente entrevistado, Centro de Investigación Respiratorio (CIR), Organización Mundial de Endoscopia (OMS)https://www.who.int/es/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019/advice-for-public?gclid=EAIaIQobChMIueeY_6m-6gIVBgiICR0_JA9uEAAYASABEgJpNfD_BwE
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